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domingo, 27 de mayo de 2012

Thirteen feelings.


La curiosidad de usar 15 músculos cada vez que sonríes, cada vez que se ilumina el mundo y tu vida da un giro completo. Por cada desilusión, cada enfado, cada gesto de rencor, utilizar 13 músculos de tu cuerpo solo en la acción “gritar”. Un paseo que te libera del odioso mundo de la competencia y el egoísmo, un paseo en bici, son solo 9 músculos. Pero lo sorprendente es la curiosidad de saber que para besar a alguien usamos 39 de los músculos de nuestro cuerpo, el empeño que ponemos en querer, la ilusión que conlleva, las sensaciones que como una droga produce… y eso sí que es curioso.



lunes, 21 de mayo de 2012

Según Shakespeare:


Somos quienes somos, las personas no cambian. Cuando el rey Lear muere en el quinto acto ¿sabes cómo lo expresó Shakespeare? Escribió: muere. Eso es todo, nada más. Sin fanfarrias, sin metáforas, sin brillantes palabras finales. Así que la culminación de la obra de literatura dramática más influyente es “muere”. Tuvo que ser Shakespeare un genio para expresar “muere”. Sin embargo, cada vez que leo esa palabra, me invade un infinito sentimiento de tristeza. Ya sé que es natural sentirse triste, pero no por la palabra muere, sino por la vida que hemos visto antes de esa palabra.
He vivido mis cinco actos, no te pido que te alegres de que me tenga que ir, sólo te pido que pases página, que continúes leyendo. Y des paso a la siguiente historia.
Y si alguien pregunta alguna vez qué ha sido de mí, cuéntale mi vida en todo su esplendor, y acaba con un sencillo y modesto “murió”. 



Sin Oxígeno.

Sacar lo mejor de lo peor. Ver como nunca cesan los problemas y estar en un continuo mar de dudas, no poder parar esa nube que ronda por tu cabeza con un enorme sentimiento de impotencia por no poder hacer nada. Porque no eres tú, es este puto y vicioso círculo que siempre hace que acabemos donde empezamos, en el inicio de una revolución.
Empezar con un planteamiento, cuando te asaltan millones de razones por las que dejar de seguir, empujar, solo un poco más y aguantar el último tirón. Comienzas a darte cuenta de que cuando te pasa algo demasiado bueno, siempre, por muy tarde o temprano que sea, viene algo malo en mayor cantidad.
Y es que no hay peor historia que la mía, pero a su manera es especial porque ninguna otra es igual, llena de problemas, la mayoría aún sin resolver. Y es que, en el fondo no es más que un cuento que no tiene final, incluso ni después de la muerte. Igual que la suerte depende de lo que seamos capaces de creer en nosotros mismos. 


Porque no dependemos de nadie para ser felices